Incas
Desde aproximadamente el año 1200, cuando el primer Inca, Manco Capac, se asentó en Cuzco, hasta 1533, cuando el último Inca, Atahualpa, fue ejecutado; la civilización incaica había pasado de ser un grupo de colonos al mayor imperio de la América precolombina. Los incas habían construido más de 18.600 millas/30.000 km de caminos pavimentados en el terreno más accidentado del mundo, uniendo diferentes culturas y religiones en una sociedad armoniosa con una exitosa economía centralizada.
El colapso del Imperio Inca comenzó cuando los españoles llegaron a Centroamérica y transmitieron sus enfermedades a los lugareños, que las propagaron a otras partes del continente, incluida Sudamérica. Se cree que en diez años entre el 50% y el 90% de la población fue atacada por enfermedades como la viruela, la gripe, el tifus, la difteria, la varicela y el sarampión, las enfermedades se propagaron con una rapidez alarmante ya que los amerindios no tenían la inmunidad necesaria para combatir los virus recién traídos. La gripe y la viruela fueron las principales causas de muerte entre la población inca y afectaron no sólo a la clase trabajadora sino también a la nobleza. Como resultado, las enfermedades debilitaron a la clase trabajadora, lo que se tradujo en una menor producción agrícola, así como en la eficacia de la red de comunicaciones, que era la columna vertebral del éxito del imperio. Sin su red de comunicación fiable, que utilizaba la fuerza del hombre o chasquis, los funcionarios de Cusco, la capital, no sabían lo que estaba sucediendo al ser invadidos en el norte. Cuando la nobleza se vio afectada por la enfermedad se desencadenó una lucha inédita por el poder y una lucha por la sucesión a la corona del Sapa Inca. Esta situación desencadenó una guerra civil entre los partidarios de los dos hermanos Atahualpa y Huascar que permitió a los españoles acceder rápidamente al control y a las riquezas del imperio.
Muertes en Machu Picchu
El dibujo de la izquierda muestra la momia de Huayna Cápac, líder del Imperio Inca, siendo transportada desde Quito a Cuzco. El monarca sucumbió a una enfermedad desconocida, probablemente viruela, en algún momento entre 1524 y 1528. A lo largo del largo viaje, las comunidades rindieron homenaje al monarca fallecido, propagando involuntariamente los gérmenes que habían vencido a su líder.
El agente patógeno europeo que venció a Huayna Cápac fue anterior a la llegada de los españoles en 1532, transmitido por el contacto entre comunidades vecinas. Es probable que el monarca cayera enfermo en Quito, justo cuando concluía una guerra que expandió su imperio hasta lo que hoy es el norte de Ecuador. Consciente de su inminente muerte, nombró sucesor a su hijo mayor Ninan Cuyuchi. Cuando los mensajeros llegaron a Tomebamba (actual Cuenca, Ecuador) para informar a Ninan Cuyuchi de su entronización, éste ya había perecido a causa de la enfermedad que había matado a su padre. El trono vacío provocó una sangrienta guerra civil entre Atahualpa y Huáscar, los otros dos aspirantes al liderazgo inca. Cuando los españoles llegaron a los Andes en 1532, se encontraron con un imperio compuesto por comunidades que aún se estaban recuperando de las guerras de expansión incaicas, inmersas en una feroz guerra civil, y que se enfrentaban a una epidemia imparable y devastadora que mataba a los andinos por cientos de miles. Escenarios similares se dieron en el resto del continente, ya que las epidemias se adelantaron a los españoles, devastando comunidades y facilitando la rápida invasión de los europeos.
Religión incaica
La conquista española del Imperio Inca, también conocida como la Conquista del Perú, fue una de las campañas más importantes de la colonización española de América. Tras años de exploraciones preliminares y escaramuzas militares, 168 soldados españoles al mando del conquistador Francisco Pizarro, sus hermanos y sus aliados indígenas capturaron al Sapa Inca Atahualpa en la batalla de Cajamarca de 1532. Fue el primer paso de una larga campaña que duró décadas de lucha pero que terminó con la victoria española en 1572 y la colonización de la región como Virreinato del Perú. La conquista del Imperio Inca (llamado «Tahuantinsuyu»[2] o «Tawantinsuyu»[3] en quechua, que significa «Reino de las Cuatro Partes»),[4] condujo a campañas derivadas en los actuales Chile y Colombia, así como a expediciones hacia la cuenca del Amazonas.
Algunos estudiosos, como Jared Diamond, creen que, aunque la conquista española fue sin duda la causa próxima del colapso del Imperio Inca, es muy posible que éste ya hubiera pasado su apogeo y estuviera en proceso de decadencia. En 1528, el emperador Huayna Capac gobernaba el Imperio Inca. Podía remontar su linaje a un «rey forastero» llamado Manco Cápac, el mítico fundador del clan inca,[7]: 144 que según la tradición salió de una cueva en una región llamada Paqariq Tampu.
Datos de miedo de Machu Picchu
Al final de la tarde del 26 de julio de 1533, Atahualpa, el último verdadero emperador de los incas, fue conducido a la plaza pública de Cajamarca, una ciudad del altiplano andino, ahora en el norte de Perú. Sus conquistadores, dirigidos por Francisco Pizarro, acababan de decidir que debía morir.
Durante los cerca de nueve meses que duró su cautiverio, los españoles que tenían trato con el emperador quedaron impresionados con él. «Bien parecido… de rostro fino, apuesto y fiero», se dice, tal vez pensando en los ojos inyectados en sangre de Atahualpa. Admiraban su dignidad, su razón, su buen humor. «Sabían que era un hombre sabio».
Pero había rumores de que un ejército venía a liberarlo. Se decía que eran 200.000 hombres, con 30.000 caníbales. Pizarro había desafiado al emperador. «Siempre estás haciendo bromas cuando me hablas», respondió. «Qué soy yo, y toda mi gente, para molestar a hombres tan valientes como tú». Pizarro, inseguro, ordenó que lo encadenaran por el cuello. Pero aún así los españoles se asustaron. Tenía que ser la muerte.
El primer plan fue quemarlo, como correspondía a un hereje, y lo ataron a una estaca. Cuando supo que podía evitar esa muerte convirtiéndose, Atahualpa se sometió al bautismo. En su lugar, fue estrangulado y se quemó una parte de su cuerpo y de su ropa. Los españoles dejaron su cuerpo en la plaza durante la noche para que todos lo vieran.